dimecres, 15 de novembre del 2017

¿Pero hubo alguna vez 155?


Ahora resulta que la famosa declaración de independencia no era tal porque en el propio texto se establecía que tal disposición no tenía efectos jurídicos. Es decir, que se trató de un simulacro que, por otro lado y dicho sea de paso, ayuda a entender los avinagrados semblantes que exhibían los protagonistas de la proclamación en la desangelada celebración que le siguió. Pero entonces cabe preguntarse si, ya que no hubo declaración de independencia, acaso tampoco haya habido aplicación del artículo 155, o si ésta ha sido tan testimonial y carente de efectos como la independencia que pretendía evitar.

Porque si al final va a resultar que a unos les ponía esto de la independencia y les hacía «ilu» declararla solemnemente con todo el boato y parafernalia propias del caso, aunque no fuera real, sino mero teatrillo, solo para darse el gusto, entonces también cabe pensar que a los otros el cuerpo les pedía una aplicación del 155 igualmente pomposa, pero no menos vacua. Algo surrealista, sin duda, y más propio de algún numerito del tan añorado teatro chino de Manolita Chen que de políticos en ejercicio, pero es lo que hay. No se le pueden pedir peras al olmo; y tampoco deberíamos olvidar que, aun en cualquiera de sus proteicas manifestaciones, estamos al fin y al cabo en España.

Y es que más allá del ámbito meramente virtual en el que algunos parecen irremisiblemente atrapados, lo cierto es que las cosas no hay que valorarlas ni medirlas tanto por sus contenidos declarativos, como por sus resultados; o sea, por las consecuencias que acarrean. ¿Y qué ha ocurrido realmente? Pues a ver, no mucho más que si Puigdemont, en vez de proclamar la república, hubiera convocado las elecciones anticipadas que, en su lugar, ha convocado Rajoy. Sí, se han suprimido algunas agencias propagandísticas de la Generalitat y los miembros del govern y algunos de sus altos cargos de confianza han sido cesados sin el protocolario agradecimiento por los servicios  prestados ¿pero por lo demás, qué?

Los medios afines y adictos al nacionalismo siguen bramando como si tal cosa, aunque es verdad que no deja de percibirse una latente insatisfacción estupefacta por el hecho de poder seguir haciéndolo, acaso conscientes del quebranto que esto supone para su propio relato. Tampoco en la Administración de la mayoría de consejerías de la Generalitat se detectan cambios. Siguen los mismos y con los mismos e indisimulados carnets de partido de siempre. Eso sí, no hay vértice en las cúspides, pero eso, más que preocupar al personal, incluso acrecienta sus ambiciones a ocuparlas, y en ello andan ahora mismo. Sé de lo que hablo, no es una mera figura retórica.

Y cuidado, que lo del encarcelamiento de algunos y el bufonesco exilio belga de otros, será políticamente todo lo discutible que se quiera, pero no es cosa del 155, sino de los tribunales de justicia; en principio, hubiera ocurrido lo mismo de haber sido Puidmemont el que hubiera convocado elecciones anticipadas. Aunque en este supuesto la causa judicial no hubiera recaído en la Audiencia Nacional, sino en el Supremo, y ahora estaría muy probablemente en la calle y como presidente en funciones de la Generalitat.

Al final, los únicos que van a experimentar algún tipo de pérdida material en todo este embrollo formal/virtual serán las cándidas almas a las cuales, por su participación en la huelga el día 8 de noviembre, convocada por un sindicato virtual cuyas siglas seguramente ni conocían, se les detraerá el jornal de este día. Más bien pocos, por otro lado, porque trabajadores, lo que es trabajadores, brillaron más bien por su ausencia en tan gloriosa jornada.

Y sin duda también perderán algo, electoralmente en este caso, si es que hay justicia cósmica, Ada Colau y sus palmeros. De veras que lo siento por los exégetas de la Sra. Colau, siempre buscando en sus designios algún arcano que avale su presunto genio político… en vano. Decía Lincoln que se puede engañar a todos por un tiempo, y a algunos todo el tiempo, pero nunca a todos todo el tiempo. Y es que de la basura no hay exégesis posible.
Hace unos años (1991), Jean Baudrillard (1929-2007) prolamó que la guerra del golfo  no tuvo lugar. Hasta escribió un ensayo para demostrarlo. No sé yo si dicho conflicto sucedió realmente o no, no estuve allí. Tampoco la información que recibí sobre el transcurso de esta guerra, aunque parezca refutar sin paliativos que no tuvo lugar, me autoriza a dudar de la dilección de tan insigne pensador. Pero sí he estado aquí, y aplicando el mismo cuento, ya que no hubo declaración de independencia, entonces tampoco ha habido 155. Acaso solo simulacros y amagos. Juegos de ilusiones y con las ilusiones (de los demás). Nada más.

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