divendres, 8 de gener del 2016

CRIPTOTAMAYAZO O TITANIC





Si al final no se tira de «tamayazo», será por el corto recorrido que la actual situación le augura, pero no por falta de ganas. Ni por parte del comprador, ni por falta de quienes admitirían de buena gana ser comprados. ¿Cómo entender de otra manera la resentida aflicción del innombrable aludiendo a la división en las CUP en uno de sus últimos discursos? Y no sólo en las CUP podría haber «tamayos»... Ni mucho menos; los hay en todas partes.

De haberlo planteado de otra manera, muy probablemente lo hubieran podido conseguir, y hasta ser aclamados en loor de multitudes. Incluso todavía pueden… todavía puede. El apego a la poltrona de este individuo, que ha convertido políticamente estas Navidades en una anticipación del Carnaval, es tan fuerte que debería figurar en los futuros manuales como paradigma del egotismo y la megalomanía. Es sabido que el fervor patriótico suele ser el aliño idóneo para este tipo de pulsiones. Y con dos «tamayos» era suficiente. Además, se venderían como casos de conciencia y se les jalearía por ser patriotas coherentes. Todavía no es descartable, y es en este sentido que hay que entender las fantasmagóricas reuniones que todavía se están celebrando, así como la falsamente complementaria y estrambótica propuesta de un gobierno en funciones de concentración para un par de meses, que se sacó de la manga, y que ERC parece haber declinado, inteligentemente por esta vez.
Todavía es posible, ya digo. No el «tamayazo» puro y duro, pero sí el «criptotamayazo» pretextado en aras a la más noble causa.  Pero está difícil. Al ya citado corto recorrido que previsiblemente iba a tener en la actual coyuntura, con los consiguientes escándalo y descrédito, se le añaden, en mi opinión, dos factores que se me antojan decisivos para que se desestime esta vía, o hasta que algunos la veten tajantemente.

Por un lado, la escasa capacidad de encaje demostrada, que ha desatado un alud de insultos, groserías y estupideces entre la caverna autóctona de sicofantes mediáticos del innombrable hacia las CUP, que van desde afirmar están infiltradas por el CNI, hasta calificarlas de españolistas, pasando por el insulto puro y duro, con elementos machistas incluidos a los que, en este último caso, se ha apuntado también entusiásticamente la otra caverna, la mesetaria. Difícil, incluso para el mismísimo Don Corleone, se pone la cosa para arreglar un apaño si se entra en este estado de crispación tan vesánico.

Y por el otro lado, un factor sin duda definitivo. Puede que no entre sus incondicionales, por mor de cuya mediocridad su fatum está indisolublemente ligado al de su líder, pero sí que entre, como mínimo, una buena parte de compañeros de viaje en esta singladura hacia el despropósito, ha cundido la certeza de que el innombrable está ya más que amortizado, y que en estos momentos no es sino un estorbo cada vez más lastrado. Así que mejor dejar que se hunda el barco con su comandante, a ver qué se puede salvar del naufragio, y en todo caso ya se reflotará cuando proceda.

Porque como en el Titanic, no hay botes ni chalecos salvavidas para todos. Con una diferencia, aquí, la mayor parte de la orquesta que ambientaba la fiesta, no solamente tocaba con el chaleco salvavidas puesto, sino que a las primeras de cambio se ha largado a buscar acomodo seguro en los botes salvavidas. Algunos hasta han evacuado en helicóptero –siempre habrá clases, aquí un ejemplo-. Sólo quedan en el salón los pasajeros de segunda y tercera clase –ahora sí, como en el Titanic-, que ante la espantada de la orquesta, han optado por seguir bailando y tararearse ellos mismos el acompañamiento.


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