dimecres, 15 de juliol del 2015

LO QUE QUEDA DEL "PROCÉS" Y LO QUE TE RONDARÉ HASTA EL 27-S



Al final, parece que Mas se ha salido con la suya. Junqueras ha tragado y ERC se aviene a concurrir en una lista común con Mas y CDC. La presión escénica ejercida desde todas las instancias del poder convergente ha acabado doblegando al «masover» díscolo y lo ha situado en el lugar que el diseño del belén nacionalista le tenía reservado desde un primer momento: mamporrero mayor de la corte artúrica. La verdad es que el pobre tampoco es que dé para mucho más.

No será la lista del «president», ni la de «sin políticos en activo» que también se había barajado desde los entornos independentistas. Como mínimo en la segunda, está claro que nunca creyó nadie en su sano juicio, aunque es difícil establecer quién está en su sano juicio ante el despropósito que se está gestando. Sólo se lo creyeron acaso Junqueras y las CUP. Para Mas fue el penúltimo conejo sacado de la chistera para abducir a ERC, y consigue con ello lo que sin duda era su intención originaria desde el mismo momento en que, después de convocar elecciones anticipadas, perdiera doce diputados que migraron casi íntegramente a ERC.

Porque a Mas nunca le interesó incluir a las CUP, a quienes considera unos porreros peludos y descerebrados cuya única funcionalidad es, muy a su pesar, sumar sus votos a la declaración de independencia cuando él la proponga –entre seis y ocho meses después de las elecciones, según parece- y luego ya les arreglará las cuentas. No, lo que a Mas le interesaba era precisamente lo que acaba de conseguir, y con ello mata dos pájaros de un tiro: pone bajo su control a ERC y, con ello, a toda la derecha nacionalista. A la vez que prescinde de la carga de corruptelas que las siglas de CDC arrastran. Prescinde de las siglas del partido, claro, pero no de su gente; ni, por supuesto, de él mismo.

Cierto que los aspectos circenses siguen presentes en esta coalición, pero es puro teatrillo. Del malo, pero teatrillo. Veamos si no. Mas no encabezará la lista, sino que irá de número cuatro – con Junqueras de cinco-. Los tres primeros puestos serán para sendos «independientes» que entre ambos designarán. Gente de confianza. Y que nadie se preocupe: ya está acordado que el investido como presidente será don Arturo, si ganan las elecciones, lo cual dan por hecho. Y luego, en sexto y séptimo lugar, un par más de «independientes» con los que deben tener algún compromiso y que reclaman su lugar en el Sol. No cuesta mucho adivinar quiénes serán estos «independientes» e «independientes»; está cantado. A partir del octavo puesto, reparto al 60 y 40% entre CDC y ERC.

Y en estas condiciones, sí habrá elecciones el 27-S en Cataluña. A menos que no haya algún problema de última hora, lo cual nunca es descartable, el belén ya está montado.

Y el circo también. A partir de ahora, el bombardeo mediático abundará todavía más en está Cataluña tan onfálicamente volcada sobre sí misma. No habrá reparo en el derroche de medios para ello, con la finalidad de llegar a un 11-S enfervorizado y en clamor de multitudes, cuya solución de continuidad serán las elecciones previstas para dieciséis días después. Y entonces será la hora de la verdad. A partir de ahí, la incertidumbre.
Pero el contexto no ha cambiado. El independentismo sigue internacionalmente ninguneado y nada augura que la declaración unilateral de independencia fuera a tener el menor reconocimiento o apoyo exterior. Más bien todo lo contrario. Tampoco su fuerza ha aumentado, más bien al contrario, y jamás ganaría un referéndum. Las alforjas para el gran éxodo hacia la independencia parecen más bien vacías. Y el entusiasmo independentista, que ahora arreciará, más bien responde a que lleva más de tres o cuatro años cociéndose en sus propias ficciones. El peligro es que las ficciones pueden tener consecuencias reales; unas consecuencias que no se pueden calibrar desde constructos ficticios. Por esto decía antes lo de la incertidumbre; porque me temo que van a ir a por todas. Ojalá me equivoque.

2 comentaris:

  1. Esto es un esperpento, Xavier, pero un esperpento que asusta un poco, como tú señalas en las últimas líneas de tu artículo, porque el diablo tiene cara de conejo y no sería la primera vez que una charlotada trae consecuencias graves. ¿Qué pretende Mas con esos tres mascarones de proa (Romeva, Forcadell, Casals) que ha puesto, a quién cree que engaña? El independentismo catalán ha perdido el sentido del ridículo; espero que, si de verdad hay elecciones y sacan un resultado que les anime a hacerse alguna ilusión, no quieran seguir por este demencial camino de órdagos en el que se empeñan, porque la cosa pude acabar muy mal.

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  2. El nacionalismo siempre ha tenido un punto esperpéntico. Y me refiero también al español.

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