dijous, 21 de novembre del 2013

¿EXISTE EL PSC?



Yo diría que casi con toda seguridad, el PSC no sabe aún qué quiere ser cuando se haga mayor, pero sí parece que sabe ya lo que no quiere ser: el palmero de Mas y Junqueras. Al menos esto es lo que parece deducirse de los últimos posicionamientos y desmarques que Pere Navarro ha escenificado en relación con el embrollo de famosa consulta por la independencia de Cataluña.

No deja de ser curioso, si bien no tanto en lo que refiere a la posición que hubiera cabido esperar desde un primer momento por parte de una formación política que, al menos testimonialmente, sigue llamándose socialista, sino muy especialmente al dontancredismo que ha ejercido desde los lejanos días en que perdió las primeras elecciones autonómicas frente a Pujol.

Desde entonces hasta prácticamente hace unos meses, el PSC ha estado vampirizado por un pujolismo hegemónico que le inoculó el complejo de no ser lo «bastante» catalán.  Poco importaba que CIU votara, y siga haciéndolo con harta frecuencia, en Madrid con el PP. O que los «intelectuales» nacionalistas hayan urdido un discurso «nacional» repleto de falsedades históricas y de apropiaciones que,  prudentemente, calificaremos de ilegítimas, incorporando a sus alforjas ni más ni menos que a todo el movimiento federalista del XIX -que mutatis muntandi, estaría en las posiciones que hoy serían las que defiende el propio PSC-, o que hasta haya monopolizado la tradición republicana para desembocar en un discurso legitimador del independentismo, sin que desde la izquierda se haya replicado lo más mínimo a todo este constructo ramplón y repleto de sesgos, inexactitudes interpretadas pro domo sua y, en definitiva, de una ideología ramplona que sería al pensamiento lo que la fe del carbonero a la Teología.

Tampoco importó demasiado que en las elecciones catalanas de 1999 y en las del 2002, el PSC se sacara unos cuantos miles de votos a CIU, a la vez que un sistema electoral pensado para el nacionalismo, le otorgara en ambos casos 4 diputados más a CIU que al PSC; o que en el mismo 1999 Pujol formara gobierno con el apoyo parlamentario del PP durante toda la legislatura. Ni que desde siempre, en las elecciones generales ganara el PSC por paliza, incluso llegando en ocasiones a doblar, ni más ni menos, a CIU en votos y diputados. No, ni se supo articular un discurso ni se supo leer la realidad... O no se quiso.

El PSC se mantuvo en su dontancredismo acomplejado, convencido de que sus fracasos en las autonómicas eran debido a sus carencias catalanistas, un diagnóstico tan delirante que hubiera merecido poner de patitas a la calle a todos sus sociólogos en nómina. Y se dedicó a ir promocionando a líderes con este perfil: Las Tura y las Geli, los Nadal, los Elena y los Ros; los tránsfugas Mascarell y Maragall... Los mismos que ahora, al ver derrotadas suspropuestas por un 83% de votos, apelan a su conciencia para insinuar que tal vez voten en contra de su partido. ¡Vaya pájaros! Lo del PSC, desde luego, ha sido un problema de estulticia política como para figurar en los manuales. ¡Y pensar que cuando el primer tripartito alardeaban de ser los domadores que iban a amansar el irredentismo de ERC! ¿Se puede estar más ciego?

Ahora, parece al menos que está reaccionando. Con las encuestas que le sitúan como cuarta o quinta fuerza política catalana. No sé si tarde y mal, lo ignoro, sólo lo podremos saber con el tiempo. Pero al fin parece que reacciona. A la fuerza ahorcan.

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